Cat Power hizo suyo Izamal
Por Líneas Emergentes
Mérida, Yucatán, 13 abril de 2025.- El ex Convento de San Antonio de Padua en Izamal, vasto en historia, tiene ya un nuevo pasaje que contar: el concierto de la extraordinaria Cat Power. Y se tendrá que contar que la oriunda de Atlanta, Georgia, llegó e hizo suyo el que es considerado el atrio más grande de América Latina, sí, con su música, pero también con todas esas emociones que transmite, que entran por los oídos, golpean al corazón y sacuden el cerebro. Más de una persona soltó alguna lágrima, o varias.
Solo más importante será, tal vez, la boda que se llevó a cabo minutos antes de que Cat Power tomara el escenario; porque esa pareja, con el perfecto vestido blanco y todas las formalidades, podrá decir “nos casamos en Izamal el día en que hubo un concierto extraordinario de Cat Power” y porque todo el público reunido les aplaudió y fue testigo de la unión que se espera dure muchos años.

Cat Power apareció tras bambalinas e ingresó a la carpa que se habilitó como camerino. Tranquila, con un pequeño perro negro que jalaba la correa y ataviada como una chamarra del Miami Heat de la NBA y su cabello rubio que ya es característico, una de sus personalidades.
Tomó el escenario alrededor de las 8.45, sin más preámbulo, sin presentaciones, solo ella. La luz durante todo el concierto fue tenue, dominada por el azul y rojo. Un escenario sencillo, sin mayor producción, apenas un par de pantallas a los costados que proyectaban su figura y tres músicos que la acompañaban, en el teclado, guitarra y batería.

Y sin piedad a los que disfrutamos y sufrimos de su música, a los que nos pegan sus canciones, porque nos remontan a pasajes de la vida que ya no son, porque nos hacen agua los ojos y gelatina el corazón. Empezó a cantar. No pasó mucho para que lanzara (I Can’T Get Now) Satisfaction, ese cover de The Rolling Stones en la versión única de Cat Power.
Se fue de largo, una canción tras otra. Solo algunas veces paró para agradecer al público, en español, para pararse frente gente para llevar la mano a la frente y lanzar un saludo tipo militar. También se tomó unos instantes para saber como se llama esa flor amarilla con la que se rinden ofrendas en México: todos y todas respondieron al unísono: “cempasúchil”, ella intentó pronunciar, pero no lo logró. Siguió el concierto.

Se especuló, porque así se dijo, incluso en la rueda de prensa en la que se presentó el concierto, que Cat Power tocaría covers de Bob Dylan, pero no fue así, tocó un set plagado de sus éxitos que también incluyen covers como el antes mencionado y también otros como A Pair of Brown Eyes de The Pogues que seguramente rindió tributo, desde Izamal, a Shane MacGowan que falleció en noviembre de 2023.
No faltó Bad Religion, Wanderer, These Days y otras magistralmente interpretadas por una voz que se agiganta, melancólica, dulce, rasposa a veces, extraordinaria en general. Poco importa si Cat Power tiene un estilo musical indie, folk, rock o lo que sea, porque la música se siente y se vive, se llora también y no fue la excepción, sobre todo cuando cantó The Greatest, esa reflexión de caer u hacerse más fuerte. Varios lloramos, sí, yo las y los vi.

Por alguna razón llamaba mucho la atención su cabello rubio, la taza de té de la que Cat Power bebía a ratos, la pequeña tolla amarilla con la que se limpiaba el sudor, los anillos en su mano, las veces que abrazaba su cuerpo y el logo grande del Miami Heat que portaba en la espalda; la verdad que no pude evitar pensar un rato de Lebron, Wade, Bosh. Sí, por un rato divagué.
Concierto extraordinario que tuvo como testigo el ex Convento, la pirámide Kinich Kakmó, seguramente también a los Franciscanos y cientos de personas que amaron y disfrutaron a una artista de las que pocas veces se ve en tierras yucatecas.

El cierre fue magistral. Con una canción a capela, un regalo antes de partir: I Can’t Give You Anything but Love, Baby.
Pero siempre hay un negrito en el arroz, sí, porque si bien todas las personas tuvieron acceso y disfrutaron el concierto, se les reservaron lugares VIP a muchas personas, sobre todo funcionarios del Ayuntamiento de Izamal y otros, que no tenían idea de quien era Cat Power y gran parte del concierto se la pasaron mirando su celular. Los verdaderos fanáticos y fanáticas, tuvieron que estar un tanto menos privilegiados, pero aun así, lo fuimos todos.