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Hoy nos duele la desesperanza, la impunidad, los feminicidios: Nancy Walker

La activista Nancy Walker Olvera fue la oradora huésped de la sesión solemne por el 107 Aniversario del Primer Congreso Feminista, donde señaló que hoy se es feminista por una cuestión de dignidad, de conciencia y de justicia, que “estando convencidas de nuestros derechos los queremos, los demandamos y los defendemos”.

“Hoy nos duele la desesperanza, la impunidad, los feminicidios, ellas nos duelen. Desde que se aprobó la Ley por una Vida Libre de Violencia han sido asesinadas, oficialmente, 82 mujeres víctimas de feminicidio y hoy en especial nos duelen Henrietta, Suemy, Ariana, Irlanda, Fernanda, Erica, Roxana, Pilar, Paulina, Esther, Lucely, Valentina, María Isabel, María, y recordemos hoy, en especial, a Yeimiy, y recordemos en especial, en su presencia y aunque ya no es física, que todavía no hemos hecho lo suficiente”, expuso.

Por David Rico

“Las feministas, hoy más que nunca, somos una apuesta ética y política porque creemos en un nuevo y diferente sistema social, donde la gente comparte valores y principios éticos más humanos y de conveniencia; hoy se es feminista por una cuestión de dignidad de conciencia y de justicia y convencidas de nuestros derechos los queremos los demandamos y los defendemos. Quien no es feminista es porque le falta información y las que estamos aquí sí lo somos”, señaló hoy la activista Nancy Walker Olvera, en su discurso por el 107 Aniversario del Primer Congreso Feminista de Yucatán.

La fundadora de la agrupación Indignación y actual directora de Ciencia Social Alternativa, hizo un recuento de lo que fue aquel Congreso Feminista que se llevó a cabo hace 107 años, un 13 de enero en el teatro Peón Contreras, donde se reunieron las feministas, las conservadoras, las radicales y las moderadas, cada grupo con su postura, además de las que no llegaron, las de escasos recursos, las que no fueron invitadas.

La oradora basó su discurso en una analogía con la cosmovisión maya y los cuatro puntos cardinales, porque, señaló, los indígenas mayas hablan de que “no hay puntos cardinales si no hay rumbo en la vida”.

El oriente, dijo, es el color rojo, por donde sale el sol, la sabiduría; desde el Congreso, entonces, señaló, nacen los proyectos, la lucha, el ir asumiendo el caminar y la exigencia de que los derechos son solo estén dichos sino también reconocidos en las leyes y surgen nuevas formas de relación interpersonal, de las familias, del estado.   

“Hoy tenemos nuevas leyes, acciones afirmativas, presupuestos, cuotas, cámaras y cabildos equilibrados, comisiones de equidad, institutos de la mujer y empiezan a brotar nuevas semillas y nacen nuevas maneras de ser mujeres, nacen las obreras, las empresarias, las investigadoras, académicas, políticas, bomberas, zapatistas, artistas, policías, taxistas y nacen nuevas maneras de ser mujer y se organizan y toman las calles, las urnas, la píldora y cada toma representa un escándalo”, señaló.

El poniente es la noche, expuso, lo oscuro, lo tétrico y esa cosmovisión nos regala reflexionar sobre el dolor, la tristeza y sobre las decisiones que vamos a tomar.

“Lo que todavía está es la indiferencia, la falta de voluntades políticas y sociales, los vacíos en las legislaciones, la reducción de los presupuestos, qué es lo que nos lastima, no tener al cien la igualdad de oportunidades, los diferentes tipos de violencia duelen, porque los sentimos en el cuerpo, en el corazón”, expuso.

“Duele la violencia vicaria, el sexting, la sumisión química, la violencia simbólica que no tiene rostro pero que sigue haciendo daño; no tener a donde ir, a dónde acudir, ser desdibujada frente a la gran demanda de género, en convertirnos en un expediente más olvidado, que cuando finalmente se concluye el juicio ya ni te importa, si es que sobreviviste”, añadió.

Nancy Walker añadió que duele la desesperanza, la impunidad, los feminicidios. Dijo que desde que se aprobó la Ley por una vida libre de violencia han sido asesinadas, y aunque pueden ser más oficialmente 82 víctimas de feminicidio.

“Hoy en especial nos duelen Henrietta, Suemy, Ariana, Irlanda, Fernanda, Erica, Roxana, Pilar, Paulina, Esther, Lucely, Valentina, María Isabel, María, y recordemos hoy, en especial, a Yeimiy, y recordemos en especial, en su presencia y aunque ya no es física, que todavía no hemos hecho lo suficiente”, expuso.

Agregó que duelen las y los desaparecidos, el agua, la tierra, los transgénicos, la discriminación sexual por color, credo o sentido de pertenencia, pero sobre todo lastima la feminización de la pobreza, el lenguaje no incluyente y el objeto de las mujeres en publicidad.

De los puntos cardinales, dijo que el sur es lo que da vida, es la luz, es la energía que representa el maíz como semilla y también como alimento.

“Ahí nos reconocemos desde la lucha feminista, como la semilla que va germinando, ha surgido la sororidad y no es verdad que juntas ni difuntas, juntas somos más fuertes muchos más y es ahí donde nos percibimos como iguales, para ir abriendo camino, porque estamos convencidas de que la realidad sí se puede transformar”, señaló.

El norte, dijo, es el color blanco, de los antepasados, los que nos heredaron, lo que en toda familia hay, la abuela, tía, comadre que se empezaba a ver, mujeres que fueron cambiando y que fueron señaladas: las primeras alumnas universitarias, a las que no les importó el escándalo o sí, pero de cualquier manera siguieron su camino y no se sometieron.

“A esas mujeres queremos decirles que sí valió el precio que pagaron”, dijo.

Al centro de los cuatro puntos cardinales “está lo que conecta nuestro corazón con el cielo y la tierra y en ese contexto nos conecta el hecho de reconocernos como feministas que creemos en una sociedad más justa, en una nueva forma de relacionarnos basada en el respeto, donde a todos y todas se nos valore igual, en el trabajo, la familia y la comunidad, en hechos y derechos”.

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