La gentrificación no es progreso: desplaza comunidades y mercantiliza la ciudad
Durante el conversatorio “Gentrificación ¿progreso o desplazamiento?”, especialistas y habitantes de Mérida coincidieron en que la gentrificación no es progreso, sino un proceso de desplazamiento que profundiza desigualdades, rompe comunidades y convierte la vivienda y la ciudad en mercancía.
Por Redacción
Mérida, Yucatán, a 12 de diciembre de 2025.- La gentrificación no es sinónimo de progreso: es un proceso de desplazamiento que profundiza desigualdades, rompe comunidades y convierte la vivienda y la ciudad en mercancía. Esa fue la premisa central del conversatorio Gentrificación ¿progreso o desplazamiento? Diálogos sobre la ciudad que habitamos, realizado el pasado 9 de diciembre, en el marco del Día de los Derechos Humanos, con la participación de académicos, especialistas y representantes vecinales.
El encuentro, organizado por el Laboratorio Urbano de la Universidad Modelo, la Universidad de Guadalajara y MetrópoliMid, puso sobre la mesa los efectos cada vez más visibles de la gentrificación: segregación socioespacial, exclusión, ruptura de tejidos sociales y culturales, así como un modelo de ciudad pensada para la inversión y no para quienes la habitan.

“Hablar de gentrificación en el Día de los Derechos Humanos es recordar que el desarrollo urbano debe priorizar a las personas sobre el capital”, subrayó la doctora Silvana Forti Sosa, directora del Laboratorio Urbano de la Universidad Modelo, al abrir el diálogo.
El conversatorio se desarrolló en dos bloques y reunió a seis panelistas con miradas complementarias: el maestro Carlos Manuel Orozco Santillán, de la Universidad de Guadalajara; el doctor Jorge López Ortiz, de la Universidad Autónoma de Yucatán; Leydi Eloina Cocom Valencia, ex comisaria de Santa Gertrudis Copó; la maestra Graciela Carrillo Carrillo, del Centro de Investigación Análisis y Docencia de Política Pública; el doctor Héctor Becerril, de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (secihti)-Centro Geo; y Jonathan Martín Aguilar, presidente del Comité Vecinal del fraccionamiento Las Américas.

Desde la experiencia comunitaria, Leydi Cocom advirtió que la gentrificación no es un fenómeno espontáneo, sino el resultado de decisiones impulsadas desde fuera de las comunidades. “Todos conocemos la zona norte donde se encuentra el pueblo de Santa Gertrudis Copó. Soy originaria de esa comunidad, he vivido toda mi vida ahí y he visto cómo se ha transformado de una manera avasallante para nosotros”, relató.
Jonathan Martín Aguilar coincidió en que la narrativa positiva de la gentrificación depende del punto de vista desde el que se observe. “Cuando hablamos de gentrificación escuchamos que trae progreso, que mejora la seguridad, que impulsa la economía y que eleva la plusvalía, pero esto es si sólo lo vemos desde arriba, desde la inversión. Cuando lo vemos desde un fraccionamiento y la vida diaria de los vecinos, la historia cambia”.
La idea de que la gentrificación trae beneficios fue cuestionada de fondo. Para la maestra Graciela Carrillo, se trata de una lectura equivocada del fenómeno. “Cuando hablamos de que la gentrificación trae consigo cosas buenas, es que tenemos un entendimiento erróneo de lo que es. La gentrificación es esa consecuencia negativa cuando hacemos una intervención inadecuada de regeneración urbana en un barrio, en una colonia, en un pueblo, en algún lugar, incluso algo tan sencillo como la regeneración de un parque puede traer consigo procesos gentrificadores”.
Desde una perspectiva estructural, el maestro Carlos Santillán señaló los intereses que se entrelazan en estos procesos. “En Mérida hay un capitalismo inversor que es el que especula, el desplazado que vende y el corrupto que aprueba, estamos hablando de una plusvalía generada por esos componentes”.
El doctor Jorge López Ortiz apuntó que buena parte del problema se origina en planes y programas de desarrollo urbano incapaces de gestionar adecuadamente los cambios en el uso de suelo y las plusvalías que generan las intervenciones públicas y privadas, lo que termina favoreciendo la especulación y el desplazamiento.
Lejos de asumir la gentrificación como un destino inevitable, el conversatorio planteó alternativas para desarrollar la ciudad sin expulsar a sus habitantes. Entre ellas, la creación de polígonos de actuación en los programas de desarrollo urbano, zonas de amortiguamiento para comunidades originarias y mecanismos de gestión del suelo como controles de renta, reglamentos para inquilinatos y la regulación de plataformas como Airbnb.
La participación ciudadana fue señalada como un eje indispensable para defender el derecho a la ciudad. “La Mérida del futuro para mí es una con acceso a oportunidades para todos y con participación ciudadana de abajo hacia arriba, como debe ser”, afirmó Graciela Carrillo.
En las conclusiones, el maestro David Montañez Rufino, director de MetrópoliMid, reconoció la complejidad de definir un modelo de ciudad compartido. “No significa que alguien esté bien o mal, sino que nos habla del reto que es ponernos de acuerdo como sociedad para poder incidir en políticas públicas; con las autoridades, que también son personas”.
Montañez subrayó que el reto principal está en la organización social. “Es de suma importancia articular –desde la sociedad civil– una visión compartida de la ciudad que queremos, para así lograr posicionar en la agenda pública lo que realmente es importante para la población, y presionar para que eso se refleje en los presupuestos, reglamentos, proyectos y políticas públicas”.
