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Miles de perros ferales se han convertido en una amenaza para los flamencos de la costa yucateca

Los sitios de anidación son atacados durante la noche. En Sisal se calcula que hay unos 10 mil perros y en Celestún muchos más.

Por David Rico

Mérida, Yucatán, 24 julio de 2025.- Los perros ferales se han convertido en una de las principales amenazas para los flamencos que anidan en lugares como Sisal, Celestún, Río Lagartos o San Crisanto, pues se han multiplicado por miles y, principalmente por la noche, atacan a las aves y sus nidos.

Jorge Alexandre Dzib Chay, asesor de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y quien por más de una década ha trabajado con estas aves en México y otros países, explicó que los depredadores naturales de los flamencos son el jaguar y el cocodrilo. Sin embargo, esta es una relación que ocurre de forma natural y con beneficios mutuos.

Por ejemplo, detalló que un cocodrilo, una vez alimentado, puede descansar siete días, un mes o incluso dos, dependiendo de su tamaño, por lo que su impacto sobre la población de flamencos es mínimo.

“Representa más lo que el cocodrilo le da al flamenco, porque le proporciona agua dulce. El cocodrilo cava túneles en temporada de reproducción, anida en ojos de agua y crea canales de agua dulce, donde los flamencos regresan a beber. El cocodrilo vive cerca del flamenco y es parte de su entorno natural”, explicó.

En contraste, los perros ferales representan una amenaza seria. En Sisal, por ejemplo, con una población de alrededor de tres mil habitantes, se calcula que hay más de diez mil perros, lo que constituye un problema grave.

“La gente está muy acostumbrada a tener perros, pero no les brinda el cuidado adecuado; no los esteriliza, y a los dos o tres meses los dejan en la calle. Se reproducen, tienen crías y comienzan a causar daño”, comentó.

Durante una charla ofrecida como parte del Encuentro por los Mares, organizado por Causa Natura y Mongabay, Dzib Chay relató que en 2017, en Río Lagartos, se registraron 13 mil nidos, es decir, alrededor de 26 mil flamencos. Sin embargo, debido a los ataques de perros, sobrevivieron muy pocos.

“Solo quedaron como 220. Los perros entraron a la zona de anidación, espantaron a las aves, y luego llegaron los zopilotes y los cocodrilos… y todo se perdió”, señaló.

En otro caso, ocurrido en 2022 en San Crisanto —un ejido pequeño—, se implementó una medida comunitaria: cada persona fue responsable de amarrar a su perro, y si se encontraba alguno suelto, se capturaba y el dueño debía pagar una multa al ejido.

Mercedes Pérez, monitora de flamencos en Celestún, explicó que en muchos sitios donde se han encontrado aves muertas, se detectaron huellas de perros, que suelen atacar principalmente de noche, cuando la vigilancia disminuye.

Cuando atacan, los flamencos se levantan de sus nidos —que parecen pequeños volcanes— y, al correr para escapar, botan los huevos. A veces abandonan por completo la zona de anidación, lo que representa un impacto grave”.

Además, señaló que los perros también se alimentan de los polluelos cuando hay una población canina numerosa, lo que agrava aún más la situación.

En el caso de Celestún, estimó que hay más de diez mil perros, ya que muchas familias tienen hasta cinco por casa, pero los dejan sueltos.

“Tú sales a las 10 u 11 de la noche y es difícil andar. Atacan de noche, porque durante el día estamos vigilando”, indicó.

Relató también que los salineros, cuando van a trabajar, llevan a sus perros, pero al regresar los dejan atrás. Entonces, los animales buscan comida y se internan en las zonas de anidación, donde el agua es poco profunda, y consumen huevos y, en ocasiones, también a las crías.

Comentó que se ha intentado fomentar la conciencia sobre la importancia de esterilizar a los perros, pero no ha sido fácil.

“La gente viene de otros lugares a pescar, buscan una mejor calidad de vida y se quedan, pero traen costumbres distintas, y eso también contribuye a la proliferación de perros”, concluyó.

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