¡Oh y ahora quién podrá buscarme!
Por Lorena González Boscó
La renuncia de la Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, no es más un botón sobre la costura en el tema de los desaparecidos en México. No hay gobierno competente que lo pueda enfrentar y enmendar, y entonces es mejor dimitir a los cargos, y dejar de ser un “honor estar con Obrador.”
Esta renuncia viene justo después de los lamentables hechos de la desapariciones de los jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco y ante la candente situación mejor dimitir que seguir, pero tampoco escapa a nuestra mira que es mejor vivir que morir, ya que no sabemos si hay una posibilidad de que Quintana haya sido amenazada por los captores o las fuerzas internas obscuras de la propia administración gubernamental. Siempre es una posibilidad.
Lo cierto es que el estado de las cosas en materia de desapariciones, no ve la luz al final del túnel y cada vez se obscurece más, como si esto fuera aún más posible, cuando vemos a cada madre buscadora que, a pesar de haber encontrado a su hijo o hija en defunción, sigue en las pesquisas a la que suman más progenitoras que alcanzan el status de buscadoras.
Lo único que nos queda como comunidad y sociedad es cuidarnos a nosotros mismos, y a los cercanos, tener protocolos de seguridad familiar y comunitaria para que nadie nos vaya a buscar, porque si nos capturan, la súplica de ¡Oh y ahora quién podrá buscarme! Quedará sin eco.