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Por gratitud, tres años ha caminado en peregrinación a la Virgen de Guadalupe

Por Cecilia Abreu

Julio Alberto Escobedo Chi o Raperito Baby en su profesión de payaso, salió de Halachó por su propio pie con la estatua de una Virgen de Guadalupe de 13 kilos en la espalda y mucha gratitud hacia quien representa por haberle salvado la vida hace unos años.


Durante siete días ha caminado de esta forma para llegar a la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Mérida, y, aunque ha sido Antorchista durante 16 años porque desde pequeño acompañaba a su papá, ahora la devoción es personal y realiza este trayecto caminando para agradecerle a la Virgen por su salud y trabajo.


Fue hace tres años cuando para él este símbolo de fe creció enormemente, pues al picarle una mantarraya en la carretera Sabancuy, “iba a perder el pie por el veneno que tiene, pero me puse a rezar, le pedí a la Virgen que me permitiera caminar y, si me lo permitía, le prometí tres años caminando”.


Así fue como sus viajes a pie con la Virgen sobre la espalda comenzaron y hoy finalizó su promesa, pero continuará peregrinando cada año, ahora en bicicleta porque “la verdad caminando es una promesa muy fuerte y pesada”.


Reconoce que el camino a pie se hace mucho más largo y es un camino muy cansado, pero está muy agradecido con la Virgen y también con Dios porque ya casi llega a cumplir su objetivo, “no puedes decir ‘ya terminé mi promesa’ hasta que llegues realmente a donde prometiste”, por eso, hoy por la noche culminará la gratitud que externa con la promesa, al entrar a Kanasín, 13 kilómetros más.


A pesar de todo, piensa que “es una experiencia muy bonita”, en especial porque antes de salir dde Halachó la gente fue muy amable con él, convivieron, le regalaron comida y hasta dinero.


El joven siente que fue bendecido con un milagro y, ahora que está bien de salud, continuará con otras promesas.
“Vengo caracterizado de payaso porque es mi trabajo y quiero que sepa la gente que igual algunos nosotros servimos a la Virgen y creemos en Dios”.


Ser payaso es un don y no cualquiera lo tiene, así lo considera Julio, y agradece que ejercer esta profesión sea tan bonito y que el Día del Payaso sea a dos días del de la Virgen, el 10 de diciembre, fecha que “festejo junto a mi virgencita” y, en esta ocasión, al llegar se encontró con cuatro amigos que también se habían pintado de payaso para acompañarlo y brindarle su apoyo.


Incluso el año pasado, cuando las restricciones por COVID-19 eran más fuertes, continuó con su promesa y caminó dos días seguidos, hasta Umán; pero siempre procurando su seguridad, por ello, intenta caminar de día y solamente cuando ya está cerca, a tres kilómetros, por ejemplo, continúa aunque ya esté oscuro. “Mi virgencita lleva equipada una sirena y una lámpara […] Con el peso sientes que no avanzas, pero yo hago mis oraciones y alabanzas en lo que voy y eso me da fuerzas para seguir”.

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