Género y Derechos Humanos

Quiere sentirse segura, exige que su agresor no acuda a su graduación

Por Cecilia Abreu

Sinaí confiaba en Gonzalo N.P. porque era un amigo cercano desde el 2018 e incluso convivía con su familia nuclear; sin embargo, éste aprovechó la novatada de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA) para abusar de esa confianza luego de que, como en otras ocasiones, tomaron juntxs, pero en esta ocasión la tocó sin su consentimiento y ahora lo único que pide es no compartir su graduación con quien abusó sexualmente de ella.

“Inicié terapias, decidí no denunciarlo (era lo mejor para mí), sentí mucha vergüenza, porque muchas veces tuve que ir a mi servicio y mi trabajo con la cara muy hinchada por el llanto. A inicios de diciembre me acerqué a algunos miembros del comité de graduación, para explicarles esta situación y pedirles que hicieran lo necesario para que Gonzalo no vaya a la graduación, que es el 18 de febrero próximo”.

Ella no quería realizar una denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE) porque prefería priorizar su salud mental y evitar la revictimización que muchas atraviesan ante las instancias de impartición de justicia; sin embargo, luego de que el comité organizador de la graduación le expusiera que Gonzalo tiene una actitud agresiva e incluso les amenazó con denunciarles si no le permitían el acceso al evento, ella optó por realizar la denuncia el pasado martes.

“Lo único que quiero es que no vaya a la fiesta de graduación. Por respeto a mí y a mi familia, espero que no se presente. Es por eso que hago esta denuncia pública”.

La joven destacó que, aunque él reconoció lo que hizo, no pensaba interponer la denuncia, ni tampoco hacerlo responsable de todos los recursos económicos que ha tenido que invertir en terapia, un viaje a visitar a su familia para contarles lo ocurrido, entre otras situaciones que tuvo que vivir, sin contar los daños emocionales, pero fue él quien la orilló hasta realizarla ante su insistencia y actitud a la defensiva por ir a la graduación.

Sinaí narró que fue el 4 de noviembre luego la novatada de FCA cuando decidieron (tres personas) ir a casa de Gonzalo para pedir Uber a sus respectivas casas, pero una vez ahí, al notar que ella se estaba durmiendo, Gonzalo le propuso que se quedara a dormir y para llevarla en la mañana y que estuviera más segura; situación que ella aceptó, avisándole enseguida a su hermana.

“Cuando salgo del baño, entré a su cuarto, me pasó una sábana para taparme y me acosté a dormir. No la seguimos, no platicamos de nada más, no hice nada más, inmediatamente me tapé con la sábana y me acosté a dormir. En muchas otras ocasiones ya había dormido en el mismo espacio que Gonzalo, en tantas reuniones con amigos, cuando nos tocaba quedarnos a dormir en casa de Aris o incluso en mi casa. Sin embargo, era la primera vez que yo dormía en casa de Gonzalo”.

Despertó porque sintió que él la estaba tocando… “No sé cuánto tiempo llevaba tocándome, pero fue el tacto lo que me despertó. No puedo ser muy explícita en esta parte, porque ni siquiera con mis papás lo fui cuando se los dije, pero era tocada de todo mi cuerpo, piernas, glúteos, busto, cara, etc. Tengo detalles puntuales de lo que Gonzalo me hacía e intentaba hacerme aún más. Detalles que solo el mismo Gonzalo, mi psicóloga, la abogada que tomó mi declaración el día que fui a hacer mi denuncia y yo, sabemos”.

La sobreviviente declaró mediante redes sociales que el sujeto abusó de que ella en ese momento estaba vulnerable, “si yo hubiera estado sobria y despierta, juro por mi vida que me hubiera defendido y le hubiera puesto un alto desde un inicio”.

El otro amigo que durmió en la misma casa luego le dijo que Gonzalo siempre estuvo insistente en que se fuera, sin embargo, se quedó y estaba durmiendo en la misma habitación cuando ocurrió la agresión.

“El shock me duró dos días, no sé cómo explicarles que duré casi 48 horas haciéndole creer a mi mente, que Gonzalo no me había hecho nada y que todo estaba bien. Hasta que al tercer día mi cuerpo fue el que colapsó, no podía dormir, no quería comer, no podía dejar de llorar y físicamente me estaba enfermando”.

La denunciante lamentó que la activación del protocolo de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) no sirviera de mucho y tuvo que recurrir a contarle lo ocurrido a docentes, jefes, así como amistades y familiares, en el primer caso para solicitar permiso de viajar hasta Tabasco con su familia y en el segundo para tener una red de apoyo.

“Sé que muchas mujeres después de ser víctimas de abuso sexual, deciden alzar la voz y hacer pública su historia. Muchas por el coraje que esto les genera y por la ineficiencia del sistema de justicia penal, que simplemente no nos protege, sino nos revictimiza” y, finalmente, ella decidió hacerlo intentando vivir el fin de su ciclo sintiéndose en un espacio seguro.

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