Comunidades mayas presentaron una denuncia colectiva contra granjas porcícolas en Yucatán
La denuncia va acompañada de pruebas científicas que confirman contaminación del agua potable con desechos porcinos; exigen reparación del daño y sanciones penales a las empresas como Grupo Porcícola Mexicano (Kekén).
Por David Rico
Mérida, Yucatán, 02 de septiembre de 2025.- El agua que consumen comunidades mayas de Yucatán —proveniente de pozos artesanales, cenotes y hasta de sistemas de agua potable— contiene coliformes fecales y Escherichia coli en niveles que representan un riesgo sanitario. Investigaciones de la UNAM y la Universidad Johns Hopkins, junto con monitoreos comunitarios, confirmaron que la contaminación proviene de desechos de granjas porcícolas que operan en la región.
En rueda de prensa se dio a conocer que con estas pruebas en mano, la Red en Defensa del Agua y el Territorio Maya “To’one Ja’o’on” (Somos Agua) presentó una denuncia popular y ciudadana ante la Semarnat, Profepa y Conagua, en la que se exige que se repare el daño ambiental, se frene la contaminación y se investigue la responsabilidad penal de las empresas porcícolas.

La Red “To’one Ja’o’on” está integrada por pueblos de municipios como Hunucmá, Maxcanú, Izamal, Mérida y Tetiz, en territorios cercanos a las reservas de Celestún, Anillo de Cenotes, Cuxtal y El Palmar.
La abogada Lourdes Medina Carrillo explicó que esta denuncia aglutina una recapitulación de las exigencias que desde hace muchos años hacen las comunidades, acerca de las afectaciones de las granjas porcícolas.
Sin embargo, en este caso se presentaron todas las pruebas necesarias, desde monitoreos hechos por las comunidades hasta estudios científicos de instituciones nacionales e internacionales.
Destacó que dentro de las pruebas se incluyen los mismos resultados que dio la Semarnat en 2023, donde ya están comprobadas las afectaciones de las granjas porcícolas y la existencia de granjas ilegales deforestación, contaminación del agua y del suelo, así como emisiones de gases de efecto invernadero. Pese a ello, dos años después no se han implementado medidas para contener la devastación ambiental.
Además, se incluyen otras pruebas como monitoreos comunitarios (2022-2024), en los que se halló la presencia recurrente de coliformes y E. coli en pozos, cenotes y sistemas de agua potable, concluyendo que existe “contaminación fecal altamente probable en el acuífero”.

También, un estudio de la UNAM-Sisal (2025) que confirmó que los niveles de E. coli y coliformes fecales superan los límites para consumo humano, señalando una “contaminación fecal reciente” que representa un riesgo sanitario.
Se agregó también un análisis de la Universidad Johns Hopkins (2022), con muestras en Maxcanú y Kinchil, en el que se detectó el marcador molecular Pig-2-Bac, que confirma que la contaminación fecal proviene directamente de cerdos.
Un aspecto grave que vemos es que la contaminación por las granjas ya no está solo en pozos, sino en el agua potable de la llave, que se supone ya pasó por un proceso de cloración”.
Destacó que otro aspecto relevante que se demuestra es que la contaminación no es antigua o de varios años atrás como se ha sostenido, sino que es de años recientes, vigente y actual.
Un aspecto novedoso que se incluye en la denuncia, expuso, es que las comunidades exigen que se promueva una acción colectiva, como contempla el Código Federal de Procedimientos Civiles, para obligar a las empresas a reparar los daños. Asimismo, piden que la Fiscalía General de la República investigue posibles delitos ambientales.
En la rueda de prensa, mujeres mayas de las comunidades afectadas, hablaron de los impactos de las granjas porcícolas en sus comunidades.

Matilde Dzib Dzul, de Kinchil, expuso: “estamos en resistencia activa frente a las graves afectaciones que han provocado las cuatro granjas porcícolas Kinchil 1, 2, 3 y 4, propiedad de la empresa Grupo Porcicola Mexicano SA de CV, granjas que fueron impuestas sin nuestro consentimiento, violando nuestros su derechos a ser consultados ya decidir sobre nuestras tierras y a vivir en un entorno sano y digno”.
Dijo que estas granjas representan una amenaza directa a la apicultura, a la contaminación del agua, aire, a los malos olores, el uso de agroquímicos y la pérdida de cobertura vegetal que afectan gravemente a las abejas que dependen de los montes vivos.
“Paralas mujeres estas mega granjas significan más enfermedades en nuestras niñas y niños, mayor inseguridad alimentaria y mayor violencia estructural para nuestros cuerpos y territorios”, señaló.

Por su parte, Diana Can Pat, de San Rafael en Maxcanú, dijo que debido al agua contaminada, incluso la potable, hay gente que compra agua purificada para bañar a los bebés.
“De alguna manera ellos ven que al bañar a los bebés les salen ronchas y eso es una de las cosas que ocasiona. El olor de las granjas porcinas es tan fuerte que pica la nariz y una de las compañeras que vive en San Fernando ha expuesto que ni siquiera pueden comer normal en sus casas, porque el olor se impregna en las paredes y viven con ese olor cada día”.
“Por eso estamos aquí, para denunciar este modelo de producción industrial que con el apoyo u omisión de las autoridades pone en riesgo a nuestra salud, a nuestros niños y niñas, nuestro trabajo y nuestra forma de vida”, indicó.
