Emerge Vida

Familias de Tixcacalcupul recibirán biodigestores

Por Cecilia Abreu

“Nuestro escenario ideal es que estos casos de éxito se multipliquen y que muchas familias que son artesanas, restauranteras, agriculturas, tengan las condiciones dignas para seguir habitando sus tierras”.

Macarena Egli Toledo, directora de la asociación civil IRRI México

La segregación que viven comunidades mayas como Tixcacalcupul provocan problemáticas y desigualdades que, en esta ocasión, el Instituto Internacional de Recursos Renovables (IRRI) México, Sistema.bio y Fundación W.K. Kellogg buscan contrarrestar a través del proyecto “Saneamiento, energía sostenible y seguridad alimentaria”.

Este año, el objetivo es que entreguen 500 biodigestores —ya entregaron casi 200—. Macarena Egli Toledo, directora de la asociación civil IRRI México expresó: Nuestra labor es trabajar con las comunidades, que estas internalicen en prácticas cotidianas el uso del biodigestor”.

Entre las problemáticas que encuentran subrayó que el crecimiento exponencial de la entidad ha provocado que los hombres dejen sus milpas y huertos, trabajando como jornaleros en zonas hoteleras, “hemos vivido una migración, ya no solo temporal, sino permanente; con este programa buscamos fortalecer ciertas áreas para que las familias no tengan que dejar su comunidad […] El programa nos permite fortalecer el tejido social de las comunidades y atender varias problemáticas”.

Desde su visión, los proyectos medioambientales, para que sean exitosos, precisan de contar con un componente social; por ello, con este proyecto, apuntó, están en la búsqueda de fortalecer el tejido social en las comunidades mayas, así como contribuir para atender ciertas problemáticas ambientales, de salud y en pro de su calidad de vida, pues el biodigestor les permite transformar su vida cotidiana al permitirles tener acceso a electricidad y la creación de biofertilizantes. “Son familias que no tienen energía o que es extremadamente caro que accedan a esta, al gas en específico”.

La también socióloga detalló que estos biodigestores son entregados por familia, con el único requisito de que tengan animalitos en su casa y habiten —en esta ocasión— en Tixcacalcupul.

Esto, apuntó, ocurre por la situación económica, pero también por la segregación que hay hacia su ubicación geográfica; normalmente el apoyo es entregado a familias que crían animales, aunque igual hay familias que deciden comenzar a criar a partir de conocer el programa.

Con este programa, explicó, instalan el biodigestor en sus patios, en la mayor parte de las ocasiones junto a cochineros donde crían cerdos pelones; también les entregan una estufa ahorradora que puede utilizarse con la energía producida con las heces de sus animales mediante el biodigestor y, finalmente, también crean biofertilizante para sus huertos o milpas.

Además de entregarles las herramientas, también les brindan talleres de apropiación para que aprendan a utilizarlas, “es así como esta ecotecnia atiende estas problemáticas desde las ambientales, económicas, de salud”.

El enfoque de este programa es social, por lo que procuran adaptar los talleres y recursos a las necesidades que vive cada comunidad en particular, especialmente procurando que el desarrollo sea integral, particularmente, en las mujeres, ya que “al final del día son ellas las que sostienen este proyecto”, pues reconoce que son ellas quienes usan el biodigestor.

En ese sentido, destacó que abordan el tema de género, teniendo en cuenta que las tareas de cuidados son ejecutadas principalmente por las mujeres de la comunidad, motivo por el cual fomentan espacios libres para ellas, con actividades recreativas y económicas. “Tenemos casos de éxito de mujeres que han creado sus propios emprendimientos “.

Hasta ahora, IRRI México está presente en 16 municipios de la Pensínsula de Yucatán —de Yucatán: Akil, Cantamayec, Chacsinkín, Chapab, Chumayel, Mayapán, Oxkutzcab, Peto, Santa Elena, Tecoh, Tekax, Ticul, Tixmehuac, Tzucacab y Yaxcabá; de Cancún José María Morelos y de Campeche Holpec—, sin embargo, en esta ocasión han decidido trabajar directamente con Tixcacalcupul en la búsqueda de integrarse en la comunidad.

Sobre IRRI México

La directora general de la organización informó que el equipo está conformado 100 por ciento por mujeres, “estamos convencidas de que para nosotras las transformaciones ambientales requieren un proceso participativo y social, eso es lo que nos hace diferentes y trabajar en la Península desde hace más de una década”.

Desde hace poco más de 10 años, “lo que hacemos es fomentar el uso, por medio de llevar a cabo procesos de apropiación social con las comunidades”, explicó.

Los procesos implican co-crear con las comunidades estrategias basadas en metodologías participativas, considerando el contexto social que viven en el día a día para encontrar las mejores formas de aprovechar la ecotecnia.

El trabajo que realizan, detalló, a través de la instalación de biodigestores ha beneficiado a 8 mil 195 personas de la península, dando acceso a energía limpia y sostenible, así como mejorando la gestión de residuos orgánicos y la calidad del suelo. Además, han contribuido para la fertilización de un total de 2 mil 852 hectáreas de parcelas y traspatios mediante el uso del biofertilizante derivado de los biodigestores, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles y contribuyendo a la conservación y restauración de tierras.

Puedes conocer más sobre la asociación civil mediante su página web.

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