Cultura

Más que velas y altares: Finados, un ritual maya de continuidad y familia

Especialistas señalaron que la celebración de los finados sigue siendo pilar cultural en comunidades peninsulares.

Por Redacción

Mérida, Yucatán, a 01 de noviembre de 2025.-  En Yucatán, el Día de Finados continúa practicándose como un ritual comunitario que fortalece la memoria colectiva y la identidad maya. Más allá del altar y las flores, la tradición implica organización familiar, trabajo compartido y un sentido de continuidad cultural que aún estructura la vida social en pueblos y barrios de la península.

El tema fue abordado durante el conversatorio “U k’iinilo’ob Finados”, realizado en el Gran Museo del Mundo Maya, como parte del Otoño Cultural 2025, donde especialistas y estudiosos de la cultura maya reflexionaron sobre la vigencia de esta celebración y los desafíos para preservar su sentido original en un contexto de cambios culturales y apropiaciones externas.

Para Cessia Esther Chuc Uc, rectora de la Universidad Intercultural de Campeche, Finados es un momento para fortalecer vínculos familiares y comunitarios. “Las familias se unen, trabajan en conjunto y cada integrante asume una tarea para la instalación del altar, el encalado de las albarradas o la preparación de los alimentos. Todo ello para recibir a los abuelos”, señaló.

Desde el ámbito social y educativo, Neyda Pat Dzul subrayó el papel de la fecha como puente intergeneracional. “Es un momento para comprender por qué se realiza, para sentir esa conexión con la vida y con nuestros ancestros; hacerlo porque queremos, con ese amor de convivir con la familia y con la comunidad, y que así lo aprendan las nuevas generaciones”, afirmó.

La investigadora del Centro INAH-Yucatán, Ella Fanny Quintal Avilés, destacó la necesidad de documentar las prácticas locales para mantener su autenticidad y evitar la incorporación de elementos ajenos que desplacen la memoria comunitaria.

A su vez, el mayista Gregorio Hau Caamal explicó que la celebración forma parte de una concepción cíclica del tiempo entre los pueblos mayahablantes, donde la relación entre vivos y difuntos es entendida como un proceso continuo y no como un evento aislado del calendario. Este conocimiento, subrayó, constituye un patrimonio transmitido dentro de las familias y comunidades.

Así, mientras altares, velas y aromas de comida típica reaparecen en hogares y cementerios del estado, la conmemoración reafirma un tejido social que sigue activo y que sostiene la identidad maya contemporánea.

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