Opiniones

Una mujer en la presidencia

Por Lorena González Boscó

Hace 76 años que las mujeres en México obtuvimos el derecho al voto y a ser votadas, donde, por cierto, la motuleña Elvia Carrillo Puerto jugó un papel preponderante para que hoy las mujeres podamos ejercer el sufragio.

21 años después (1976) Griselda Álvarez fue la primera gobernadora en México por el estado de Colima y Rosario Ibarra de Piedra, madre de la actual presidenta de la CNDH, la primera en buscar la presidencia de la república en 1982, para volverlo a intentar en 1988, sin obviar por supuesto a nuestras dos gobernadoras de Yucatán Rosa María Sauri e Ivonne Ortega, y así han desfilado en los altos mandos de la política muchas otras mujeres, hasta el punto donde hoy nos encontramos con una alta posibilidad de que una mujer sea presidenta en este país.

En otras latitudes: Violeta Chamorro en Nicaragua, Cristina Fernández en Argentina o Michel Bachelet en Chile, ya han alcanzado este puesto; en Europa Inglaterra y Alemania han tenido grandes mujeres a cargo de las naciones, al igual que en la India, Pakistán, Corea del Sur o Nueva Zelanda.

Las mujeres poco a poco han ido rompiendo los techos de cristal sintiendo el poder y lo que se puede hacer con él, pero a la vez han tenido que demostrar más que los hombres su eficiencia y los porqués están en la posición que ostentan.

Por primera vez en la historia de México, las mujeres tienen puestos claves al mismo tiempo: en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, de la Comisión de los Derechos Humanos, en el Instituto Nacional Electoral, la Secretaria de Gobernación, la de Relaciones Exteriores entre otros, ninguno puesto menor, para tomar las decisiones y los rumbos del país.

Ahora la pregunta es ¿ellas lo hará mejor que ellos? Aún cuándo podamos medir los resultados de las gestiones de varias gobernadoras en los estados del país, la presidencia de la república y los problemas nacionales son de otra envergadura como son el feminicidio, el narcotráfico, la corrupción, la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud, los pueblos indígenas, la discriminación, el deporte, la educación, el arte, las relaciones exteriores, una lista de eternos pendientes, y de desafíos que venimos arrastrando desde hace un poco más de dos siglos como nación independiente, que si bien es cierto hemos resuelto algunos, otros los hemos provocado.

Sí, bienvenida una mujer en la presidencia de la República, bienvenidas todas, pero no cometamos el mismo error, no hagamos del feminismo el nuevo machismo, construyamos una nueva unidad nacional basada en una igualdad de oportunidades.

Deja un comentario