Día Nacional de la Cultura Maya: dos décadas sin aplicación plena de los derechos lingüísticos
Fidencio Briceño afirmó que la cultura maya está viva y mantiene una capacidad de adaptación frente a presiones externas, pero advirtió que persisten su invisibilización y una visión museística, mientras la lengua pierde espacios de uso y se debilita su transmisión intergeneracional.
Por David Rico
Mérida, Yucatán, a 21 de diciembre de 2025.— En el marco del Día Nacional de la Cultura Maya, Fidencio Briceño Chel, director de Museos y Patrimonio de la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, señaló que la fecha debe leerse no como un acto ceremonial, sino como una llamada de atención sobre el presente y el futuro de una cultura viva que sigue enfrentando procesos de invisibilización.
“Más que una conmemoración, para nosotros es un recordatorio de que como cultura estamos aquí vivos”, afirmó. Desde esa premisa, explicó que el objetivo es mostrar que la lengua y la cultura maya no pertenecen al pasado ni están confinadas a espacios museísticos: “la lengua, la cultura está en todos lados. Sin embargo, muchas veces se invisibiliza porque se le da mayor fuerza a lo que es de afuera”.

Briceño Chel rechazó la idea de una cultura “pura” o aislada y subrayó que la permanencia del maya ha sido posible precisamente por su capacidad de adaptación. “La lengua maya permanece a pesar de la intromisión en algunos casos de elementos culturales externos, pero también de la adopción”, señaló, y aclaró que los préstamos lingüísticos no implican empobrecimiento: “muchas veces el adoptar y adecuar otros términos es un rasgo de enriquecimiento cultural”.
Desde esa visión, insistió en que la transformación no debe confundirse con desaparición. “El hecho de que se transforme o que tengamos préstamos no es un hecho de que se esté perdiendo o que se esté empobreciendo”, dijo, aunque advirtió que el verdadero riesgo aparece cuando se debilitan las actitudes positivas hacia la lengua y se normaliza la vergüenza de hablarla. “Hace falta fortalecer esa identidad nuestra como mayas, fortalecer las actitudes a favor de la lengua maya y no avergonzarnos de ser mayas”.
El funcionario remarcó que uno de los mensajes centrales fue romper con la visión romántica de la cultura. “Los mayas seguimos vivos, somos más que simples piedras”, afirmó, y subrayó que no basta con celebrar una fecha al año: “todos los días tenemos la oportunidad de mostrar que la lengua y la cultura maya están vivas, vigentes y que se van transformando como todas las lenguas y las culturas del mundo”.
Sobre la disminución de hablantes, Briceño Chel matizó las cifras. En ciudades como Mérida, explicó, el descenso es más porcentual que real. “El número de hablantes no ha aumentado ni ha bajado; en comparación con el número de nuevos pobladores, sí el porcentaje baja”. Sin embargo, identificó un problema más profundo: la pérdida de los espacios de uso.
“Lo que sí preocupa es que se están perdiendo los espacios de uso” y que en algunas comunidades “ya no se está hablando la lengua como antes se hacía de manera tradicional”.
Uno de los focos rojos, añadió, está en la transmisión intergeneracional. “No se está dando esa transmisión intergeneracional que de manera natural se daba”, señaló. La lengua, en muchos casos, se aprende en la escuela, pero ya no como lengua materna, sino como segunda lengua, lo que implica la pérdida de elementos culturales asociados. A ello se suman cambios estructurales, como la pérdida del territorio y de prácticas como la milpa, que estaban íntimamente ligadas al conocimiento contenido en la lengua.
Frente a este panorama, explicó que desde los museos y espacios culturales se ha buscado fomentar el uso cotidiano de la maya. “Desde las propias exposiciones, siempre están en maya”, indicó, además de programas de enseñanza dirigidos a niñas, niños y jóvenes, y la capacitación de promotores lingüísticos desde las propias comunidades. “No dejárselo todo al Estado, no dejárselo todo a educación indígena, porque no va a ser posible”, advirtió. La clave, insistió, está en la coordinación y la colaboración comunitaria.
En materia de derechos, el diagnóstico fue contundente. A más de dos décadas de la promulgación de la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, su aplicación sigue siendo limitada. “No hemos logrado hasta ahora hacer que esa ley sea plenamente puesta en práctica”, afirmó. Para Briceño Chel, el reto no es solo simbólico, sino estructural: “ya deberíamos de tener no solamente la educación en lengua maya, sino que en todos los espacios comunicativos posibles estuviera la lengua maya”.
La ausencia de atención en lengua indígena en servicios básicos sigue siendo una deuda. “No tenemos en todos los niveles, incluso de gobierno, gente que te atienda en maya”, señaló, y sostuvo que hacer efectiva la ley tendría impactos profundos en ámbitos como la justicia, la salud, la educación y la cultura.
Finalmente, subrayó que la defensa de la lengua no es solo un tema cultural, sino de derechos humanos. “No dejar de ver la Ley de Derechos Lingüísticos como una ley de derechos culturales, pero también como una ley de derechos humanos”, planteó, con una meta clara: “es un reto que tenemos, de que de aquí a cinco años la lengua maya tenga mayor presencia”.
