Cultura

 “Perras de Reserva”, historias de mujeres como protagonistas de sus propias vidas

“Perras de reserva”, de Dahlia de la Cerda, es un compendio de 13 cuentos que se entrelazan, que narran una lacerante realidad y son una posibilidad, en voz de la autora, “de escuchar narrativas distintas sobre mujeres, en el contexto actual latinoamericano, historias que no están narradas desde la victimización ni de lo unidimensional, ni de la trama de la dominación, historias que están narradas con las mujeres como protagonistas de sus propias vidas, sin que sean buenas buenas o malas malas”.

Por David Rico

Dahlia de la Cerda presentó en la Feria Internacional de la Lectura (FILEY) su libro “Perras de reserva”, de la editorial Sexto Piso, un referente que de inmediato remite a la película icónica “Perros de Reserva” y algo hay de eso, porque como ella dice, la elección del título fue algo “random”, cuando buscaba titular un proyecto para el FONCA y su esposo veía la cinta de Quentin Tarantino…lo demás es historia.

Pero no solo el título llama la atención, de un libro que está en su cuarta reimpresión y, según dijo, ya se ha traducido a seis idiomas y en futuro no muy lejano podría ver la luz como una serie en alguna plataforma televisiva. El libro va más allá, son 13 cuentos, historias de mujeres que se entrelazan, que muestran el contexto de violencia que impera en todo el país, pero también la fuerza de ellas, sus vidas, su humanidad y cuando habla de ellas se refiere a todas las mujeres, en su amplia diversidad, incluidas las mujeres trans.

Al final de la entrevista el reportero pregunta cuál sería una invitación a quienes lean esta nota para leer el libro, a modo de invitación y, después de lanzar un par de risas, responde:

“Pienso que es una posibilidad que escuchan narrativas distintas sobre mujeres, en el contexto actual latinoamericano, como historias de mujeres que no están narradas desde la victimización ni de lo unidimensional, ni de la trata de la dominación, historias que están narradas con las mujeres como protagonistas de sus propias vidas, sin victimización, sin que sean buenas buenas o malas malas”.

Ante un salón lleno habló del contenido de los cuentos, de las historias, de la forma en que se construyeron. Para muchos, el favorito fue La Sonrisa, para otros La China, pero ahí están los 13, entrelazados, crudos, duros: Perejil y coca cola, Yuliana, Que Dios nos perdone, Constanza, Dios nos hizo el paro, Rosa de Sarón, Regina, Mariposa de Barrio, Lentejuelas, Culo de Paja, La Huesera.

Parte de gran valor, desde mi punto de vista, es el mensaje que lanza Dahlia, de escribir, también desde los medios, porque trabaja también en un periódico en Aguascalientes, con una perspectiva de género, de derechos humanos, de justicia, sin morbo. ¿Se puede lograr?, la pregunta es afirmativa en todo sentido.

“Yo creo que sí, desde que empecé a plantear la idea de escribir un libro, la idea era no hacer cosas que a mí me lastimaban cuando leía narrativa sobre mujeres, tanto en la literatura como en el periodismo; yo sí tenía como mi lista de narrativas que no me gustaban, que me parecían problemáticas, dolorosas y que yo no quería hacer”.

Consideró que ya hay un periodismo que está tratando de darle una perspectiva de género, también una perspectiva racial, una perspectiva de clase, de derechos humanos, aunque a los medios, en general, todavía les falta mucho.

“Sin duda es algo que tienen que hacer, no solo por un tema de derechos humanos, sino porque las, los y les lectores cada vez son más críticos y cada vez exigen que los medios de comunicación sean más respetuosos de los derechos humanos y muestren una perspectiva congruente con el respeto a los derechos humanos”, expuso.

“Entonces, yo traté de enfocarme, en sí hablar de la violencia de forma frontal, pero hacerlo desde el respeto, no desde el morbo, no desde el amarillismo, sino de visibilizarla, pero también algo importante como visibilizar la vida de los personajes, quiénes son ellas, quiénes son las mujeres detrás de esta violencia, ponerle rostro, ponerle humanidad a esta violencia que atraviesa a las mujeres y sobre todo mandar el mensaje de que no solo somos seres violentables, sino que somos seres multidimensionales”.

También se puede aprender de los casos negativos, comentó, como cuando se habla de las mujeres asesinadas como cuerpos desechables que aparecen ahí tirados, de la nada, o cuando se habla de las mujeres trans, que ya muertas se les sigue poniendo su nombre masculino.

“Creo que hay muchos guiños en el texto de como es el tratamiento de los medios de comunicación tradicionales y, sí, es un trabajo que hay que hacer para modificar la narrativa, para sí contar los hechos delictivos, pero desde una perspectiva que respete los derechos humanos”, señaló.  

Dahlia es firme, durante la presentación del libro y en la entrevista, las mujeres trans son mujeres, igual de valiosas que todas las demás, aunque reconoce que hay un discurso en el propio feminismo que es contrario a los derechos humanos.

“Yo pienso que al feminismo le falta hacerse cargo de varias cosas importantes, una de ellas es hacerse cargo de las feministas anti derechos a las que ha aceptado en sus filas; ha tolerado, ha dejado que crezcan, ha replicado sus discursos y uno de estos ejemplos es el tema de las feministas transodiantes, o trans excluyentes o feministas abolicionostas, que en realidad son anti derechos de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales”.

“Quienes detectamos estas narrativas, desde un principio insistimos en que no porque eran feministas se tenían que tolerar sus discursos de odio o quienes dijeron que había que dialogar con ellas, escucharlas, dar cabida a toda la diversidad de opiniones y ahora tenemos que ser un movimiento organizado que se alía con la derecha, que sacrifica derechos que habían sido histriónicamente ganados, como el aborto, que son capaces de sacrificarlo con tal de frenar los derechos de las personas trans”.

“Y entonces, mi postura es clara: las mujeres trans son mujeres, han sido compañeras de lucha, amigas, hermanas y han estado ahí cuando las he necesitado, no tendría que haber un tema de discusión; me ha hecho un poco de ruido y es una pregunta recurrente, pero en donde tendríamos que poner toda nuestra energía es en frenar los discursos de odio”, finalizó.

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